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Apuntes para una teoría de Hispanidad

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Apuntes para una teoría de Hispanidad

Camino a una teoría de la Hispanidad

Alejandro Perdomo
Aug 26, 2022
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Apuntes para una teoría de Hispanidad

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El objeto de estos apuntes es teorizar sobre la idea de Hispanidad y el significado del hispanismo, en virtud de la ambigüedad que hay detrás del término. Seguido, elaborar unas breves y sólidas definiciones que sirvan para dejar clara una idea tan oscura.

Sobre el origen de de la palabra, y del concepto, Hispanidad ya ha ahondado el ilustre señor Zacarías de Vizcarra en su artículo «Origen del nombre, concepto y fiesta de la Hispanidad» en El Español, octubre de 1944. Aquí, Hispanidad e hispanismo serán la misma cosa, sinónimos; cuestión que aquí abordaremos tratando de diferenciar ambas palabras porque aunque ambas tienen raíz común, llevan a conclusiones distintas. Podríamos decir que la palabra Hispanidad es polisémica y he aquí nuestra insistencia en definir sus múltiples acepciones.

I. Hispanidad (en su acepción histórica y social): la Hispanidad, como idea histórica y social, se refiere a la existencia biológica, sociológica y cultural de los pueblos ibéricos o hispánicos a lo largo de los dos hemisferios. A raíz de la inexistencia del cuerpo político hispano, el cuerpo histórico sigue viviendo «dividido contra sí mismo, poco o nada consciente de su propia existencia»

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. Este cuerpo histórico, como se ha dicho, se materializa en pueblos concretos de un largo solar hispánico (véase, por ejemplo, a los españoles peninsulares, a los españoles americanos, a las repúblicas de indios, a los filipinos, etcétera)
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que aún en la disgregación, viven y están sometidos a sus propias tradiciones y costumbres, a un orden social determinado y a leyes jurídicas, sociológicas y naturales específicas. En resumen, la Hispanidad en su acepción histórica y social es la prolongación tanto biológica como social de las comunidades nacionales hispánicas.

I-α. Hispanidad (en cuanto sangre y biología): entiéndase esta acepción de Hispanidad como la unión o disociación de sangre por cuanto existieron dos realidades sociales entre los pueblos hispánicos. Por un lado, el mestizaje entre indios y españoles por la vía de la unión legítima, ilegítima o la igual hidalguía entre nobles de un pueblo y otro (véase la nobleza guanche, la nobleza incaica o mexica, entre otros). Por otro, la segregación y la limpieza de sangre (el peninsular y el criollo negado al cruce con negros, moriscos y judíos, paralelamente al indio de raíz noble que prefería su conservación étnica). Tanto la unión o disociación son resultados de la obra creadora hispánica. En cuanto al mestizaje, que supone la trasmisión de sangre y genes, surge un nuevo tipo hispánico que representa primordialmente la realidad social de casi todas las Españas gracias a la adopción de una biología común, producto del legado de sangre y genes. Esta novedad biológica personificada en nuevas razas, extendida además por trescientos años, es el terreno fecundo para el plan del espíritu del que habla Vasconcelos. En conclusión, «solamente la parte ibérica del continente dispone de los factores espirituales, raza y el territorio que son necesarios para la gran empresa de iniciar la era universal de la Humanidad»

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.

I-β. Hispanidad (en cuanto genio e idiosincrasia): la Hispanidad en el sentido psicológico e idiosincrásico es la conjución de tipos, carácteres y medidas del genio hispánico, entre los que se puede encontrar el espíritu común, el psique diferenciado e individual de los pueblos hispánicos y, de igual manera, sus defectos y delirios psicológicos pero también manifestaciones sociológicas particulares (los Viriatos españoles, el caudillismo, el caciquismo, fanatismo, belicismo, etcétera)

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. Todas las costumbres, proezas, conquistas, derrotas
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y todo aquello que pueda incluirse en el ámbito sociológico pero también psicológico, desde las patologías pasando por la locura y hasta la crueldad
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, pueden incluirse en este conjunto. En el ámbito antropológico, el Dr. Arcaya ha hablado sobre la adaptación de las razas ibéricas a los climas tropicales y la destrucción, a largo plazo, que ha causado el medio sobre estas razas y de aquí, no cabe mayor ejemplo, la influencia del medio sobre los Bolívar generando anormalidades psíquicas que fueron, de hecho, palpables en Simón Bolívar
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. Taine, en la misma línea, ha dicho que «uno de los rasgos distintivos del hombre español es la necesidad de la sensación violenta, al igual de su carácter duro y enérgico, tenaz y resistente»
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. Cabe a hablar por igual de la regresión moral, en palabras de Fouillée, como de las virtudes de la adaptación a un nuevo medio ambiental. A modo de conclusión, es imperativo resaltar la tradición pluralista española que, siguiendo a Elías de Tejada, «está integrada por el conjunto de las tradiciones de cada uno de los pueblos componentes. En la Península comprende las tradiciones particulares de Castilla, Galicia, Portugal, las truncadas Euskalerría y Cataluña, Andalucía, Aragón […] y otras más o menos perceptibles; en América, la de todos los pueblos que hay desde el río Bravo al Cabo de Hornos; en Oceanía, las Filipinas»
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. La tradición pluralista española es el principal sostén del genio conjunto español, precisamente porque se trata de una miscelánea de individualidades que han terminado por engendrar no solo la patria española, sino la idea trascendente de la Hispanidad.

II. Hispanidad (en su acepción política): en primer lugar, ha de definirse a la Hispanidad como el cuerpo político común de los pueblos ibéricos cuya realización fue perfeccionada, esencialmente, en trescientos años de historia política. En segundo lugar, es la Hispanidad el momento, o la posibilidad, de realización histórica y política de los pueblos ibéricos en un período indeterminado de tiempo (entiéndase como exigencia política o aspiración necesaria)

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. Esta realización sólo puede entenderse desde la idea de res publica, polis o regnum porque el fin de la Hispanidad, según estas coordenadas, es la gestación de una ciudad terrenal en su «más alto y noble sentido».
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III. Hispanidad (en su acepción metapolítica): la Hispanidad en su acepción metapolítica es, en primer lugar, una idea trascendente, espiritual, metafísica y universal por la cual los pueblos hispánicos están unidos por el lazo místico e inquebrantable de la fe (suponiendo una Christianitas minor), fuera de las diferencias étnicas o culturales en el plano material. Esta idea de trascendencia espiritual eleva a los pueblos hispánicos a un plano de superioridad moral, estética e histórica (dice Vasconcelos que «la raza hispana tiene todavía por delante esta misión de descubrir nuevas zonas en el espíritu»)

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, puesto que esta idea se desprende de la misión civilizadora y divina de Castilla (tal como ha dicho Pío XI, «pues ha sido madre fecunda de Santos, de Misioneros y de Fundadores de ínclitas Ordenes Religiosas, gloria y sostén de la Iglesia de Dios»)
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. En segundo lugar, la idea de Hispanidad es producto de la acción creadora a partir de la repetición de un acto primordial, en el sentido de que el caos se transforma en Cosmos por el acto divino de Creación
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. Así, surgen las Indias como una replicación de España, creándose en el transcurso otras Españas. Como es obvio, España como civitate es una replicación en lo temporal de la civitate Dei por cuanto ha sido encomendada a los principios de la fe católica como consta, pues, desde el III Concilio de Toledo.

1

«El cuerpo político hispano ha cesado de existir; el cuerpo histórico sigue viviendo, más o menos distraído, dividido contra sí mismo, poco o nada consciente de su propia existencia, inseguro y hasta deseoso de muerte; pero sigue viviendo». Madariaga, S. (1979). El auge y el ocaso del Imperio Español en América. Madrid: Espasa-Calpe, S.A, pp. 13-14.

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«Los pueblos hispánicos se formaron paulatinamente sobre el solar herencia de Roma, ni más ni menos que en el XIX brotaron las naciones hispanoamericanas sobre los solares heredados de Castilla y de Portugal». Tejada, E. (1949). Las Españas: formación histórica, tradiciones regionales. Madrid Ambos Mundos, p. 53.

3

Vasconcelos, J. (1948). La raza cósmica. México: Espasa-Calpe Mexicana S.A., p. 52.

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Dice Madariaga que detrás del elemento individual, que motivaba a Aguirre y secretamente a otros conquistadores como Cortés o Pizarro, existía una tendencia colectiva a la guerra civil que surge del alma española (véase su obra el El auge y el ocaso del Imperio Español en América, pp. 485-486). Blanco Fombona reflexionaba y concluía de forma similar: «el individualismo español lo patentiza, entre otras cosas, su manera de guerrear, desde los tiempos de Viriato y Sertorio hasta Espoz y Mina, el Empecinado y demás guerrilleros de la lucha contra Napoleón […] ¿Se quiere algo más individualista que estos mismos hombres que realizaron la epopeya de América en el siglo XVI? Ellos que miraron, como Nietzsche, más allá del Bien y del Mal […] Este sentimiento de exagerado individualismo se extiende a la región, puede llamarse regionalismo. Este sentimiento, que también heredó América, ha sido perjudicial en América y en España». Blanco Fombona, R. (1981). Ensayos históricos. Caracas: Fundación Biblioteca Ayacucho, pp. 126-127.

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«El conquistador no sólo demostró heroísmo frente al hombre, en la guerra, sino faz a faz de la Naturaleza y de lo desconocido […] ¿Qué no hicieron? Desafiaron al hombre, desafiaron la Naturaleza, lo desconocido. En número irrisorio, invadieron y conquistaron imperios ignotos. Cada aurora trae un nuevo peligro que afrontan con la sonrisa en los labios. Descubren, a cada paso, maneras de ser heroicos». Blanco Fombona, R. (1981). Ibíd, p. 17.

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«España, y principalmente Castilla, ha sido y es un pueblo cruel con los demás y consigo misma. Tiene los defectos que corresponden, como reverso, a sus virtudes. Raza heroica, por un lado, carece por el otro de sensibilidad. Es la misma en sus guerras civiles del siglo XIX que en sus guerras de conquista del siglo XVI». Blanco Fombona, R. (1981). Ibíd, pp. 137-138.

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«Como explicable fenómeno biológico nos aparece así el genio poderoso de Simón Bolívar. En efecto, los modernos estudios del profesor Lombroso y su escuela han puesto en claro la naturaleza epileptoide del genio, cuyas impulsiones se clasifican como una de las formas de las psicosis degenerativas […] de la familia de las epilepsias, entendiendo con este concepto las irritaciones de la corteza cerebral […] el caso de Bolívar pudiera servir como prueba de las teorías del célebre sabio italiano. En él se advierte en su más alto grado la señal característica del genio: la inspiración obrando en el héroe como gran diosa». Arcaya, P. (1911). Estudios sobre personajes y hechos de la Historia venezolana. Caracas: Tipografía Cosmos, pp. 13-16

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Arcaya, P. (1911). Ibíd, pp. 21.

9

Tejada, E. (1949). Las Españas: formación histórica, tradiciones regionales. Madrid Ambos Mundos, p. 51.

10

«Para nosotros, los sudamericanos, este ideal [la Etnarquía de D’Azeglio] se formula positivamente en un dilema: Hispanidad o Panamericanismo; Etnarquía Hispánica o Superestado Yanqui […] Una alianza hispanoamericana, cuya base y cemento sea España, resulta, pues, hoy, aspiración necesaria». Castellani, L. (1968). Decíamos ayer. Buenos Aires: Editorial Sudestada, pp. 168-171.

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«Entiendo que el fin de la Hispanidad es la realización en la Historia de los pueblos hispanos y por medio de ella la realización histórica de la Cristiandad […] Este fin de la Hispanidad es, pues, fundamentalmente un fin político, entendiendo lo político en su más alto y noble sentido, como realidad de la Polis, de la ciudad terrenal […] La Hispanidad nos interesa como realidad política, debe entenderse como ese denominador común de los pueblos hispanos en cuanto tiene una exigencia política de realización histórica» Ycaza Tigerino, J. (1947). Notas sobre la Hispanidad. Alférez, Nº 9-10, p. 11.

12

Vasconcelos, J. (1948). La raza cósmica. México: Espasa-Calpe Mexicana S.A., p. 52.

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Nos referimos a unas palabras de Pío XI en la encíclica Dilectissima Nobis, fechada 3 de junio de 1933.

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«El establecimiento en una región nueva, desconocida e inculta, equivale a un acto de creación. Cuando los colonos escandinavos tomaron posesión de Islandia, land-náma, y la rozaron, no consideraron ese acto ni como una obra original, ni como un trabajo humano y profano. La empresa es para ellos la repetición de un acto primordial; la transformación del caos en Cosmos por el acto divino de la Creación. Al trabajar la tierra desierta repartían de hecho el acto de los dioses, que organizaban el caos dándole formas y normas. Aún más: una conquista territorial sólo se convierte en real después del (más exactamente: por el) ritual de toma de posesión, el cual no es sino una copia del acto primordial de la Creación del Mundo […] Los “conquistadores” españoles y portugueses tomaban posesión, en nomber de Jesucristo, de las islas y de los continentes que descubrían y conquistaban. La instalación de la Cruz equivalía a una “justifificación” y a la “consagración” de la religión, a un “nuevo nacimiento”, repitiendo así el bautismo” (acto de creación)». Eliade, M. (1981). Lo sagrado y lo profano. Madrid: Guadarrama, pp. 20-21.

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