Este substack sirve como una extensión de mi página o blog personal, en el que también escribo con regularidad.
Tabenna o Tabennisi fue una comunidad monástica, cenobítica, establecida en una isla del río Nilo, en el Alto Egipto. Fundada por Pacomio (292 d.C), oriundo de Latópolis, representa uno de los primeros ideales monásticos cristianos. Pacomio escuchó una voz que le dijo: «Pacomio, Pacomio: lucha, habita en este lugar y construye un monasterio porque muchos acudirán para convertirse en monjes con vosotros y salvarán sus almas» (Harmless, Desert Christians: An Introduction to the Literature of Early Monasticism, p. 144). Mi ideal aquí no es el de un asceta en el sentido estricto de la palabra pero sí el de un humano eremita, un hombre que dedica su vida a la apologética cristiana, al estudio y, en su soledad, da lo mejor de sí por y para Dios. Concibo a esta pequeña Tabenna, esta vez conformada por un único ermita, como aquel claustro que me separa de la monotonía de la urbe, por medio de un vasto desierto y unas frías aguas; esa isla en medio del desierto donde, viendo hacia el Creador y en compañía del relato de las obras, puedo anotar, disertar y glosar. Estos humildes muros de piedra romana, y estos incontables pergaminos con pintoresca marginalia, me proveen la inspiración y la paz para cultivar el espíritu, venerar al Señor y saber a qué peligros, o tentaciones, enfrentarme en una época de crisis generalizada como lo es la posmodernidad. Sírvase el lector de este lugar como si tuviera en sus manos mi epistolario; las meditaciones de un hombre humilde más que un tratado escolástico. Entras en el hogar de otro, de manera que lo casero, hogareño es lo que prima aquí. Lo propio, el aroma de maderos encendidos y el vino en la mesa.
El autor
El eremita responde al nombre de Alejandro Perdomo y aunque está en medio del Nilo, es de origen venezolano. Nació en Puerto la Cruz, Anzoátegui y cursó sus estudios universitarios en la Universidad Nororiental Privada Gran Mariscal de Ayacucho en la Facultad de Derecho.
Católico, tradicionalista, monárquico y legitimista. Nostálgico de las Españas, hijo de la Monarquía católica y muchas veces, más gibelino que güelfo. Entusiasta del gran Dante, adversario de Hobbes y Maquiavelo. Tras las huellas de los escolásticos, discípulo espiritual del Aquinate. Anarca, no anarquista (Jünger dixit). Comunidad política, no Estado. Bien común, no razón de Estado. Campo, no urbe burguesa ni jaula china. Pecador, nunca hereje ni apóstata; temeroso de Dios. Llamado por otros papista, contrarrevolucionario y reaccionario aunque esos calificativos, o tal vez descalificativos, hoy pierdan trascendencia. Carlista, sixtino y vulgar españolista indiano, americano, orgullosamente de América.
Mi actividad intelectual, entre otras cosas, podrás verla en las secciones respectivas relacionadas a textos, contenido audiovisual y actividades de cualquier índole.